Sí. Construí un universo.
Toda mi vida.
Sí. He inventado un cosmos
para reconstruir el cielo.
Busqué en cada paso un trozo
de mundo para guardar.
Todo cumple una misión.
Y yo te ofrezco todo mi mundo.
Pero tú buscas conquistar otro mundo.
Un mundo donde el mío no existe.
Un mundo donde yo no tengo lugar.
Ese universo de palabras y guerras.
De papeles con sellos, y dinero.
Ese mundo que no se rige por una caricia.
Donde nada tiene más valor que el oro.
Perteneces al mundo donde matan por ideales
y no viven por ellos.
En tu mundo el verdor no es fuerte.
La naturaleza no sana.
En cambio en el mío.
Todo florece luego del hielo.
Todo fluye a un nuevo río.
Todo se comprende en la forma de una hoja.
Vivo en un mundo donde puedo ver horas algo bello.
Donde no temo decirlo y demostrarlo.
Vivo en un mundo donde puedo besar sin temor.
Donde el rechazo no existe.
Mi mundo construye magia.
Y la magia lo construye de nuevo.
Vivo en un mundo donde los verdes dominan.
Y los turquesas son eternos.
Y los hielos esculturas sagradas.
Donde las ballenas son ángeles de la verdad.
Y los colibríes son guerreros temerosos.
Que custodian los perfumes de las flores.
Los hombres son suaves como el rocío.
Y la mujer domina y tuerce el planeta
con su ternura.
No hay ley más fuerte, que la de la vida.
La de la continuidad.
La de la transcendencia en el círculo perfecto y eterno.
Ese es mi mundo
y solo los valientes saben habitarlo.
Amparo Carranza Vélez.
8 de Marzo de 2007.
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